Tonalá, Chiapas.- La creación de la Secretaría de Cultura, así como los Premios Nacionales en Lingüística y Literatura para Felipe Garrido y David Huerta fueron, para Óscar Wong, los eventos culturales más relevante en este 2015, al igual que el fallecimiento del poeta Hugo Gutiérrez Vega.
En Chiapas, la desaparición física de Eraclio Zepeda, miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, así como la aparición de “Iniciamiento. Obra Poética Completa” de Óscar Oliva, un poeta que pese a su edad permanece joven en su expresión, y la edición de las obras de José Falconi, del propio Óscar Wong y Marlene Villatoro, quienes habían sido relegados de las publicaciones locales.
Sin duda, explica el escritor Tonalteco, postulado al Premio Chiapas en Artes 2015, la gestación de la Secretaría de Cultura tendrá repercusiones en el desarrollo social de nuestro país y los organismos sectoriales del interior; aunque es indispensable una Ley de Cultura que proteja a los creadores mexicanos, quienes carecen de protección social.
“Hasta los boxeadores y luchadores tienen servicios médicos y seguro de vida, excepto los escritores y artistas”. Sostiene que los creadores artísticos e intelectuales le otorgan renombre al Estado mexicano, quien utiliza a las grandes figuras para promoverse en el exterior, soslayando el tiempo de preparación, del esfuerzo y disciplina que cada autor tiene que asumir de manera particular, muchas veces en menoscabo de la salud y de los propios ingresos.
“Cultura y sociedad están vinculadas, porque la primera debe considerarse como una caja de resonancia social. La cultura es un derecho constitucional, una prestación social para de los trabajadores y un elemento imprescindible para la comunidad en general”, precisa Wong antes de agregar: “Como factor de integración y desarrollo, la educación y la cultura van, indisolublemente, de la mano y tienen una repercusión social de primer orden. Una política cultural coherente parte de una concepción antropológica: la cultura como transformación de la naturaleza, como caja de resonancia social, no como la simple creación de bienes artísticos y estéticos”.
El escritor chiapaneco, quien este año publicó el poemario “Penumbras de la luz”, gracias al apoyo del Fondo Editorial del Estado de México, y “Poética del viento”, en la Dirección de Publicaciones de Coneculta-Chiapas, comentó que en lo personal fue un período de mucha actividad, pues su labor literaria de 40 años fue reconocida por la Coordinación Nacional de Literatura en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el 15 de marzo del año que fenece, y a finales de octubre participó en la GFIL de Guadalajara, junto con otros creadores.
Sobre el 2016, el poeta sino mexicano señala que viene intenso: espera la edición de un par de libros de ensayos y un manual de para talleres de narrativa, así como, al menos, un poemario. Aspira a consolidarse como escritor y, si es posible, volver a radicar en Chiapas; aunque por el momento no tiene ninguna oferta de trabajo. “Espero aportar a la entidad lo único que sé hacer: crear, impartir cursos y talleres, asesorar a escritores, principalmente”.
Según El poema seminal: “En la literatura mexicana, el nombre de Óscar Wong es sinónimo de persistencia, de constancia. Durante 40 años ha luchado contra todo para forjar una escritura que se sostiene por sí misma, fiel al lenguaje, a la búsqueda de la poesía y a sus propias leyes internas. Sus raíces, la china y la chiapaneca, están plenamente amalgamadas en su trabajo creador, sin mostrarse aparatosamente. De ahí que su poesía es un continuo triunfo sobre la armazón idiomática de que está hecha. Además, el magisterio casi silencioso y la continua indagación crítica de que ha hecho alarde, sostiene a Wong como alguien que ha podido superar con creces las limitaciones del capillismo y el sectarismo, tan marcado en estas lides”.
Poeta, narrador, ensayista y crítico literario Óscar Wong (Tonalá, Chiapas, 26 de agosto de 1948) estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue subsecretario de Cultura y Recreación del gobierno de Chiapas (1982-84) y director de Publicaciones de Coneculta-Chiapas (2010), así como becario del INBA-FONAPAS en crítica literaria durante 1978-1979, periodo en el que escribió Hacia lo eterno mínimo. Otra lectura de Muerte sin fin (Secretaría de Cultura de Puebla, 1995) y del Centro Mexicano de Escritores en ensayo (1985-1986), donde realizó el volumen Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico (Praxis, Méx., 2007).
En septiembre del 2014 Ediciones Fontamara publicó su libro “Altazor. Alquimia y revelación”, Premio Nacional de Ensayo Magdalena Mondragón 2006, en Torreón, Coahuila. El 27 de diciembre de 2014, durante los festejos del 144 aniversario de la proclamación como ciudad, el H. Ayuntamiento de Tonalá, Chiapas (2012-2015), lo designó “Hijo Predilecto en la Cultura y las Artes”. Es autor de La pugna sagrada. Comunicación y poesía (Edic. Coyoacán, Méx., 1997, 1ª. reimp. 2004), Chiapas. Nueva fiesta de pájaros (Edit. Praxis, Méx., 1998), Cantares del Escriba (Cuadernos de Malinalco, Toluca, Edoméx., 1999), Chiapas. Dimensión social de la narrativa (Edaméx., Méx., 1999), y El secreto del verso (Linajes Edit., Edoméx., 2001, Chicome/Tanimu, La Paz, Edoméx., 2013). Publicó los poemarios Rubor de la ceniza (Praxis, Colec. Dánae, Méx., 2002), Fulgor de la desdicha (Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, Edoméx., 2001, 1ª. reimp. 2010) y En el corazón de la memoria (UAEM, Toluca, Edoméx., 2012), así como los ensayos Poética de lo sagrado. El lenguaje de Adán (Edic. Coyoacán, Méx., 2006) y Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico (Praxis, Méx., 2007). Ha colaborado en diversos medios de comunicación social. Radica en la ciudad de México e imparte de manera independiente cursos y talleres de creación literaria. / José Rivera /ASICh