Al presentar el libro facsimilar “Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana”, el Senador de Chiapas planteó la necesidad de retomar los principios sobre los que se promulgó la Constitución de Apatzingán para asegurar que el Estado mexicano garantice el derecho de sus ciudadanos a buscar el bienestar
Al presentar el libro facsimilar “Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana” (más conocido como Constitución de Apatzingán), el Senador de Chiapas, Zoé Robledo, sostuvo que los representantes populares y el gobierno “tenemos muchas cuentas pendientes con la nación mexicana: con los que viven, con los que ya no están y con todos los que dieron su vida para constituir un país bajo los principios de libertad, igualdad, propiedad y seguridad”.
En el marco del Seminario “La Constitución, Análisis Rumbo a su Centenario”, el presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales describió que la obra deriva del decreto original que resguarda el Archivo General de la Nación, al cual, por razones aún desconocidas, le faltan las páginas 31 y 32. Por ello, para poder publicar de forma íntegra este documento, se recurrió a otro ejemplar que se encuentra en la colección latinoamericana Nettie Lee Benson, de la Universidad de Texas en Austin.
El legislador chiapaneco enfatizó que en la Constitución de Apatzingán fueron recogidos los ideales del México independiente y “no sólo es un antecedente del constitucionalismo mexicano; es el documento que inauguró el debate sobre la organización política que tendría nuestro país, y lo hizo desde una visión republicana y liberal”.
Por ello, al presentar el libro “Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana”, sancionado en Apatzingán, el parlamentario consideró preciso retomar en esta época un precepto contenido en el documento de 1814: la Felicidad.
“La felicidad común, que parece un concepto subjetivo que poco o nada tendría que hacer en un texto fundacional de un Estado, es un concepto esencial en el movimiento constitucionalista de los siglos XVIII y XIX… Los constituyentes independentistas del Congreso de Chilpancingo establecieron que las leyes debían ser iguales para todos y convertirse en la expresión de la voluntad general con el objetivo de lograr la felicidad común.”
Abundó que la Constitución de Apatzingán de 1814 pretendió llevar la felicidad a una Nación que intentaba nacer en medio de una guerra. El facsimilar, que es una reproducción exacta del original que tuvieron en sus manos los diputados del Congreso Constituyente de Chilpancingo, tiene un objetivo: llevar felicidad a quienes la lean.
“A final de cuentas, una buena ley debe generar la felicidad popular, debe procurar la armonía, debe ser sencilla, apta para llegar a toda la comunidad, para que quienes son sujetos de esa ley la comprendan, la comenten y la compartan; no debe tratarse de una ley de vitrina, efímera o indolente ante los asuntos de la gente a la cual debe servir.”
A poco más de 200 años de que se promulgara la Constitución de Apatzingán, el Senador de Chiapas cuestionó qué cuentas se le rendirían a quienes la emitieran con la esperanza de que funcionara como la Constitución de un país independiente. En ese sentido, planteó la necesidad de retomar los principios sobre los que se promulgó la Constitución de Apatzingán para asegurar que el Estado mexicano garantice el derecho de sus ciudadanos a buscar la felicidad.