Rodrigo Ramón Aquino
De últimas tejas y cinturones Z
Por fin reabrió sus puertas el Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Se atrasó meses, pero ya está rehabilitado y mejor.
La historia de rescate de este inmueble merece todos los honores, sobre todo porque es un claro ejemplo de que cuando la ciudadanía se organiza con inteligencia y estrategia, se llega a tener verdadera injerencia pública (y a eso, pienso, deben aspirar todos los colectivos).
Históricos son los esfuerzos que los miembros de la Fundación Fernando Castañón Gamboa han hecho por años. A ellos se le suma el entusiasmo contagiado a la ciudadanía más recientemente.
“El museo es nuestro”, dicen ahora cientos de tuxtlecos (activistas, artistas, promotores, espectadores —en su gran mayoría jóvenes—) que desde hace ya lunas se “apropiaron” de este recinto considerado una de las últimas joya arquitectónica de la ciudad.
Aun con la apropiación artística y ciudadana, faltaba un elemento fundamental: recursos económicos para dignificar el espacio que, sin exagerar, se caía a pedazos en algunas secciones.
El resurgimiento del Museo de la Ciudad de Tuxtla como punto de encuentro de la vida política, cultural y social de Chiapas vino aparejado de algunos aliados. Uno de los principales: Zoé Robledo.
El senador de oposición no sólo es el actor político que gestionó los recursos para la rehabilitación del museo, o quien buscó garantizar la transparencia y la calidad de la obra mediante la firma de un convenio “antimoches”, sino, el legislador en funciones que más ha promovido la cultura, las artes y la historia de Chiapas en su conjunto.
Y eso no lo digo yo solamente, la fundación pro-museo y diversos colectivos de artistas decidieron invitar a Robledo a colocar la última teja (pintada por él y su familia con la leyenda “Conejo zoque valiente”), un acto simbólico y de reconocimiento surgido de la sociedad misma.
Pero pues su defecto es ser político y, por tanto, no faltarán las voces que digan que el acto lo aprovechó para auto-promoverse o simplemente —y acá por favor no se vaya a reír, porque sí hubo quien, de verdad, llegó a decirlo— para exhibir sus muy finas prendas de vestir que “ofenden a los chiapanecos”.
En fin, es la clase de periodismo que nos tocó vivir.
Ágora
DELIQUIO: 1. m. desmayo (|| desfallecimiento). 2. m. Éxtasis, arrobamiento.
“Vos sois la culpa, vos la causadora
deste deliquio y amoroso exceso:
tanto vuestra hermosura me enamora.”
LOPE DE VEGA, Rimas humanas y divinas (Madrid, 1634)
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EFUGIO: 1. m. Evasión, salida, recurso para sortear una dificultad.
“¡Ay, señor!, las leyes son recientes y claras, y no dejan efugio alguno al que acepta un desafío.”
GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS, El delincuente honrado (Madrid, 1773)
Corrillo
Ya le hemos contado que la Secretaría de Salud de Chiapas ha dado más de mil plazas a diestra y siniestra. La mayoría de éstas tan sólo en lo que lleva de titular Francisco Paniagua Morgan. La situación es tal que se ha llegado al punto de, o se compran medicamentos o se paga la nómina (y esto sin exagerar ni tantito).
En una reunión hace semanas, a Paniagua le llegaron a gritar “… arruinaste mi gobierno. ¡Bandido!” Pero ya con los ánimos más calmados, se ha decidido que todo ese exceso de personal será empleado en los nuevos hospitales (si llegase a haberlos), porque el costo político de los despidos no hay quien lo aguante.
Y eso que todavía falta el tema de la desaparición del Issstech…